En ocasiones afortunadas nos podemos encontrar en los bosques de coníferas, sobre todo si están mezclados con encinas y robles, con el Agaricus augustus. No es habitual encontrar champiñones en los bosques, pues la enorme variedad de Agaricus que existe suele tener predilección por los claros de los bosques y pastizales.
El Agaricus augustus es un champiñón de color marrón con escamas en el sombrero, a modo de tejas concéntricas, que varían su tonalidad de marrón oscuro a un suave crema en los bordes. Sombrero grande y globoso, de hasta 22 cm, enrollado, a menudo con restos del anillo. La cutícula del anillo de color blanco-marron aguanta bastante, hasta que las láminas ya presentan un tono rosado, muy característico en los champiñones. Una vez que se abre y se estira, aplanándose, conserva el anillo. Pie largo, robusto y escamoso, sobre todo en su base. Láminas apretadas, blancas en un principio, luego se tornan a pardo rosado.
Carne blanca, con tonos amarillos. Olor a almendras, un poco anisado. Variedad de fuerte sabor, como es costumbre en los champiñones marrones. Se puede preparar de mil formas, es muy bueno en el plato. Pero no nos emocionemos, no abunda, es raro de ver. Nacen en solitario o en pequeños grupos de dos o tres ejemplares, y no todos los años.
Se puede confundir con otras dos variedades, el Agaricus Parrarus que no tiene escamas y es liso, y el Agaricus Langei, muy parecido en forma, pero más pequeño y su carne tiene un característico color rojizo. Ambos casos son comestibles también, así que no hay problema.
Un excelente comestible de nuestros bosques que, como todo lo bueno, no abunda.
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