Infierno Mecánico Capitulo 12 -No te rias-

     Pasaron unos días muy extraños con aquella luz de bombilla a medio gas, esa luz tenue lo invadía todo casi por igual, excepto donde estaban las barras de acero que, a su alrededor, había más luz provocada por los cientos de rayos eléctricos que salían de él. El cielo blanquecino se componía de un entremallado de cientos de rayos de luz que correteaban entrecruzándose y creando un tejido de lo más curioso, como una enorme tela de araña luminosa. Observando, nos dimos cuenta de que todos los rayos se dirigían al norte, como un río sin fin, eléctrico y magnífico.

    Nosotros y los vecinos continuamos con nuestras vidas, seguíamos teniendo de todo y al no faltar de nada, se nos olvidaba que estábamos en un infierno en el que ya había muerto más de la mitad de la población. No nos importaba, estábamos embriagados por aquellos estupendos alimentos y ese calor extraño que nos rodeaba. La buena de Milagros seguía dándonos de una manera muy generosa su leche, y, como sobraba, hacíamos flanes y leche frita. Pasábamos unos días estupendos y ahora que teníamos un poco de luz, todo había mejorado aún más si cabe.

       Fué al tercer día cuando nos juntamos a cenar, y digo cenar por llamarlo de algún modo, pues no teníamos consciencia de la hora ni del día, ni nos importaba, los relojes no funcionaban, ni falta que nos hacía. En estos tiempos nos conformábamos con vivir; simplemente. Justo antes de salir de casa me acerqué a Milagros, que allí estaba quieta en la hierba del jardín, tan bonita, y gorda, que la acaricié el morro y las orejas e incluso le di un par de besos, pues todos sabéis mi amor por las vacas. Y cuando estaba con las caricias, el animal levantó la cabeza y con un mujido dulce, mirándome a los ojos, de su boca salió un chorro de luz pura, a gran velocidad y por sorpresa, que se unió a las miles de hebras de luz que corrían por los cielos, y la vaca cayó en el suelo, muerta.

    Aquel acontecimiento fue toda una contrariedad para nosotros, una pérdida de alimentos y de alegría. Nos dejó tristes, pero seguimos con nuestra extraña vida. ¿Qué habría pasado? nos preguntábamos, porque a aquel animal se le había salido el alma o la energía por la boca, ¿Qué estaba pasando? No pasaron ni 24 horas cuando dando un paseo por el camino que lleva al río vimos aterrados que había muchos animalillos muertos por el campo. Vimos en directo como un joven cervatillo que iba saltando muy alegremente, en uno de los saltos, le pasó lo mismo que a la vaca, un chorro de luz salió de su boca y también cayó al suelo muerto por completo. Nos empezamos a asustar con aquello y decidimos volver a casa a contárselo a los vecinos. Por el camino de vuelta vimos que otros animales como serpientes, sapos y pequeños insectos seguían con vida, pero aquellos animales más alegres y cordiales, estaban siendo aniquilados.

    Cuando llegamos a casa de Chemirl y Yoli, nos encontramos una escena dramática. Su perra Trufa había muerto del mismo modo y todos estaban desconsolados y, cuando no cabía más tristeza, salió Julius Towers con un par de gatos también muertos entre los brazos, y fue entonces cuando nos dimos cuenta de que estábamos en peligro, no había donde esconderse, no había techo para refugiarse de aquella influencia energética, que estaba asolando nuestras almas. Empezamos a hilar las distintas situaciones, y en todas ellas había algo en común, todas nuestras mascotas habían muerto cuando se les estaba dando cariño o jugando, como fue el caso de Trufa. Nos dimos cuenta de que no podíamos estar alegres, que no podíamos reirnos, ni hacer feliz a los perros o gatos, pues como alcanzaras un estado alto de alegría, caerías fulminado en un instante. Nos preguntamos si con nosotros también pasaría lo mismo, y por precaución decidimos no hacer nada que nos hiciera reir. Así pues a Julius Towers le prohibimos salir de casa, junto con María, y yo mismo me impuse el encierro.

    Se nos ocurrió tomar alguna medida más, insultarnos y hablarnos mal, nada de besos y dormir en camas separadas, pero los de los insultos no funcionaba, pues Chemirl es muy dado a llevar todo al extremo y llamó hipopotamo a su hija, y por poco no se van los dos al otro mundo con las risas, tuvieron que darse una ducha de agua fría y no verse en un tiempo, porque cada vez que se veían se les iba de las manos. Ésto nos fué pasando a todos, cuanto menos puedes reirte, más ganas tienes, como cuando eres niño y estás en misa. Yo pasaba las tardes viendo películas que me ponían de mal humor, como El Laberinto del Fauno, la cual me parece que está tan fuera de contexto que me hace chirriar los dientes. Pena de no tener algún programa de la Secta grabado, porque cualquier programa de al Rojo Vivo me hubiera ayudado mucho a tener la mente sucia.

    Y así, bajo el manto de la muerte, pasaban los días y la luz poco a poco se fue haciendo más y más fuerte, y ya casi era como un siniestro amanecer. Con las ganas que tenía de amar y de reir, que momentos más tontos.




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