Infierno Mecánico Capitulo 10 -La redención-

     Así paso la noche del día de Navidad y amaneció sombrío y triste, oscuro cielo tenebroso que nos envolvía en una eterna oscuridad llena de regalos de todo tipo. Aquella mañana seguíamos igual, teníamos de todo y de buena calidad, no nos faltaba la comida ni el calor, y el amor flotaba en el aire. La vaca seguía manando vida y la leña seguía ardiendo sin consumirse, empezamos a pensar que estábamos muertos y aquello era el cielo o el infierno, pues era todo tan raro, que no concebíamos la realidad de una eterna noche de extrañas situaciones.

    Para los vecinos de corazón podrido era otro cantar, y andaban como locos por el jardín, vestidos con muchas ropas y mantas por encima, temblando y murmurando, mirando al cielo y castigándose a sí mismos, lloricosos como niños, con la voz ronca y lamentándose todo el rato. Así pasó en todos los lugares, y vimos en una visita al pueblo a gente reir que andaba en ropa de verano por las calles con el gesto alegre, que saludaban con el corazón y te daban cosas. Y allí estábamos Chemirl con su coche nuevo y yo de copiloto, parando en cada calle abrazándonos con todos, como si estuvieramos drogados. Pero también había personajes siniestros como nuestros otros vecinos, deambulando por las calles en la misma situación, con aquella moral despojada y los ojos llorosos. No nos preguntábamos qué les pasaba, sólo los observábamos sonrientes, sin entender por qué estaban así.

    Y así pasaron las noches y los días, siempre oscuras y alegres, con ese toque tan extraño de tiempo parado, y los que estábamos agradecidos fuimos evolucionando, y al Chemirl le salió pelo, un pelo blanco como una nube de verano, y andaba alegre con su pelo nuevo, y un día le dió por ponerse una sábana como vestido al estilo antiguo, como un romano de época y todos nos reímos mucho, pues le quedaba muy bien y lo copiamos, y así a partir de aquel día todos fuimos así vestidos, con largas túnicas y alegres complementos en los pelos y los brazos. El que estaba gordo adelgazó y los que no tenían fuerza la cogieron, y las enfermedades parecían haber desaparecido. Nos sentíamos en el paraíso, un paraíso oscuro pero paraíso al fin y al cabo, pues los jardines seguían floreciendo y la comida no se acababa por mucho que comieras.

    Una mañana, pasados ya cinco días de oscuridad, mientras las niñas jugaban en la calle, persiguiéndose y riendo, salieron de la casa los vecinos con aquel aspecto demacrado, fueron hacia ellas y con gesto sombrío, las dijeron:

-  Por favor niñas, redimir mis pecados, castigarme como queráis, me he portado mal, castigarme por favor.

    Fue entonces cuando salió Chemirl con aquella presencia tan imponente, como el mismísimo Noé, se acercó a ellos y dijo:

- Niñas traerme una vara del jardín y unas cadenas, yo me hago cargo, el castigo se lo daré yo.

    Y así fue como las niñas fueron a por la vara alegremente, dando saltitos, le trajeron una vara de acacia y una cadena larga de gruesos eslabones, se la dieron a su padre y él se lo agradeció. Obligó a los vecinos a que se desnudaran (no del todo) y les propinó una paliza de mil demonios, pero en contra de todo pronóstico, el vecino y su mujer no se quejaban y cada latigazo les daba risa y así poco a poco les fue volviendo el color a la cara, momento en el que María, a petición suya, cogió un palo por su cuenta y se lió a palos también y salimos todos por el escándalo que estaban formando, e hicimos un corro alrededor de ellos, y también nos pusimos a darles de palos, qué bien lo pasamos!

    Una vez tuvieron la espalda como un cristo, el vecino se levantó con los ojos lloricosos, cogió a su mujer de la mano y se fueron por el sembrado, maltrechos y cojeando, pero sin miedo, ni penuria, ni frío. Y así, casi desnudos se perdieron de nuestra presencia y ya no los veríamos en mucho tiempo.

    Muchos malvados se salvaron en aquellos días gracias a la gente que los castigaba, esto pasó en todo el mundo, pero muchos fallecieron también, de hambre, de frío o de la paliza, otros se habían suicidado no soportando aquel siniestro dolor que tenían en el interior, pero muchos otros se habían redimido, había paz para todos, el que había sobrevivido a aquellos días oscuros, estaba salvado, por ahora.


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